7. Los científicos críticos
Quienes abogan por una dieta hipolipídica y las drogas reductoras del colesterol sostienen que existe un consenso general acerca de la idea de la cardio-dieta. A continuación, presentamos una selección de comentarios críticos vertidos por algunos científicos.
Mary Enig es una experta internacional en la bioquímica de los lípidos, nutricionista y Editora Consultora de varias publicaciones científicas, entre ellas del Journal of American College of Nutrition. Además es la Presidenta de la Maryland Nutritionists Association. Ha publicado numerosos trabajos científicos sobre alimentos, temas relacionados con la nutrición, aceites y grasas en los alimentos, varios capítulos en libros sobre nutrición y un libro sobre colesterol, aceites y grasas en las dietas (90a). Su tema de investigación principal han sido los riesgos asociados con el alto consumo de ácidos transgrasos. En una entrevista se le consultó si las grasas saturadas provocan infartos: “La idea de que las grasas saturadas provocan infartos es errónea, pero esa afirmación ha sido ‘publicada’ en tantas ocasiones en las últimas tres décadas o más que es muy difícil convencer al público de lo contrario excepto que quieran tomarse el tiempo de leer y aprender sobre todos los factores políticos y económicos que han generado una agenda anti- grasas saturadas”. Ver además el trabajo publicado junto con The Oiling of America de Sally Fallon. Michael Gurr es profesor adjunto de bioquímica de la Facultad de Ciencias Moleculares y Biológicas de Oxford, editor en jefe de Nutrition Research Reviews y editor de tres publicaciones científicas. El Profesor Gurr en una larga revisión acerca de la idea cardio-dieta (91): concluye: “Los argumentos y la discusión de las pruebas científicas presentados en esta revisión no serán convincentes para ‘aquellos’ expertos que ya hayan tomado una decisión, por los motivos que fueren, ya sean estrictamente científicos o políticos, respecto de que los ácidos grasos son causantes de coronariopatías. Sin embargo, espero que algunos lectores que no estuvieran al tanto de las falencias en la hipótesis de los lípidos, se hayan convencido de que la relación entre las grasas que consumimos y la probabilidad de morir a causa de un infarto no es tan lineal como pretenden establecer estas afirmaciones simplistas”. George Mann, es un profesor retirado de medicina y bioquímica de la Universidad de Vanderbilt de Tennessee. A partir de sus estudios de la tribu Masai (Ver Sección 3) descubrió que la dieta no podía ser la causa principal del alto nivel de colesterol y de las enfermedades coronarias. En 1977 ya había publicado en el New England Journal of Medicine un fuerte argumento contra la idea cardio-dieta en el que citaba la ausencia de una relación entre los hábitos alimentarios y el nivel de colesterol en sangre, la falta de relación entre las tendencias de este siglo en cuanto al consumo de grasas y la tasa de mortalidad en los Estados Unidos, y los decepcionantes resultados de los ensayos sobre reducción del colesterol (92). Ocho años luego de iniciada la campaña del colesterol, Mann resumió sus críticas en Nutrition Today (93).De acuerdo a Mann, la idea cardio-dieta es “la mayor decepción científica de nuestros tiempos”. Mann es particularmente crítico de los ensayos sobre la reducción del colesterol y declaró al respecto que “nunca en la historia de la ciencia tantas investigaciones tan costosas han fallado tan consistentemente”. El Profesor Mann también ha criticado a los directores del ensayo Lipid Research Clinics (LRC) que sirvió de fundamento para la campaña contra el colesterol. Los resultados sin fundamentos de este estudio no impidieron que “se jactaran de este descubrimiento catastrófico”. Y agregó que “los directores del Nacional Institute of Health han utilizado la publicidad de Madison Avenue para vender este fallido estudio del mismo modo que los publicitarios venden desodorantes. El Consenso de Bethesda no ha reconocido que el ensayo LRC, como muchos otros anteriores, está diciendo firme y claramente ‘No, la dieta que han utilizado no es una manera eficaz de controlar la colesterolemia o de prevenir la coronariopatía y la droga que tan generosamente han estado probando para los laboratorios tampoco es eficaz’”. Las personas que se enfrentan a tantos hechos distorsionados acerca de la dieta, el colesterol y las enfermedades cardíacas con frecuencia me preguntan por qué tantos científicos aceptan sin cuestionamientos la idea de la idea cardio-dieta. Este es el comentario del Profesor Mann: “Por miedo a perder fondos, los científicos que deberían alzar la voz y detener este despilfarro anticientífico guardan sospechoso silencio, silencio que ha postergado en una generación la solución para la enfermedad coronaria”. El Profesor Mann nos da algo de esperanza al final de su artículo en Nutrition Today (93): “Aquellos que manipulan los datos no se dan cuenta de que no puede distorsionarse permanentemente la naturaleza de las cosas, no se puede ignorar permanentemente las verdaderas explicaciones. Inexorablemente la verdad saldrá a la luz y quedará expuesto el engaño. A su debido tiempo se conocerá la verdad. Esta es la bendición liberadora en esta triste secuencia”. Michael F. Oliver, ex profesor y director del Wynn Institute de Investigación Metabólica de Londres, fue uno de los primeros en demostrar que, en general, los pacientes con patologías coronarias tenían niveles anormales de distintas grasas en sangre con mayor frecuencia que los controles. El Profesor Oliver aún piensa que las personas con patologías de metabolismo de colesterol heredadas, o aquellas personas con muy alto riesgo cardiovascular pueden obtener beneficios a partir de la disminución de los niveles de colesterol, pero en varios trabajos ha advertido acerca de las campañas para reducir el colesterol en la población en general: “Las dudas sobre la naturaleza promocional de estas campañas no son populares. Quienes dudan son despreciados, aunque esto no tiene importancia. Pero se trata de un tema muy serio si se gastan grandes sumas de dinero y se hacen cambios importantes en el estilo de vida de las personas normales cuando las pruebas acumuladas demuestran que la mortalidad total no se modifica o incluso se incrementa” (94). Una y otra vez el profesor Oliver ha criticado a quienes piensan que el aumento de la mortalidad por causas no médicas observada en muchos estudios es producto del azar. Por el contrario, el piensa que la disminución del colesterol en sangre puede ser peligrosa: “Se sabe muy poco acerca de los efectos a largo plazo de la disminución de la concentración de colesterol en los compuestos de las membranas celulares” (95). Según el Profesor Oliver nuestro organismo puede regular los intentos de reducir el colesterol en la mayoría de los casos, pero “¿esos mecanismos homoestáticos (regulatorios) serán eficaces en todos los pacientes, todo el tiempo y en todas las células, en particular en las células en las cuales las funciones biológicas se ven afectadas por otras razones? ¿Estas dudas no se despejarán por muchos años más?” (95). Otros trabajos críticos del Profesor Oliver Edward R. Pinckney es editor de cuatro publicaciones médicas y ex co-director del JAMA, el Journal of the American Medical Association. En 1973, junto con su esposa, publicó un libro titulado La controversia del colesterol (The Cholesterol Controversy) (97) que resume las inconsistencias acerca de la idea del colesterol. El Dr. Pinckney describe todos los factores que influencian el nivel de colesterol en sangre en las personas sanas y la dificultad de obtener una medición confiable de los niveles de colesterol debido a la falta de certeza de los análisis: “El nivel de colesterol en sangre es, en el mejor de los casos, sólo una indicación aproximada de una gran cantidad de distintas condiciones patológicas. En el peor de los casos, puede ser más la causa del estrés y de las patologías provocadas por el estrés. Modificar el estilo de vida como consecuencia de este análisis en particular podría ocasionar más complicaciones que beneficios”. Vale la pena citar el inicio del capítulo 1 del libro de Pinckney: “El miedo a la muerte, si es una de las tantas personas que sufren de esta preocupación morbosa, puede haberlo transformado en una víctima de la controversia del colesterol. Si cree que puede protegerse de la muerte provocada por un infarto modificando el nivel de colesterol en sangre, ya sea a través de la dieta o del consumo de medicamentos, de hecho está siguiendo un régimen que aún no tiene sustento. En realidad ha quedado presa, como consumidor, de ciertos intereses comerciales y grupos de la salud que están más interesados en su dinero que en su salud”. Raymond Reiser es un ex profesor de bioquímica de la Universidad A&M de Texas. En 1973 criticó la recomendaciones para el tratamiento de la hipercolesterolemia a través de la dieta: “Las autoridades citadas por estos autores no constituyen una fuente primaria sino que ha publicado una revisión similar a la suya. Esta práctica de citar segundas o terceras fuentes, cada una basándose en la anterior, es la que ha llevado a la aceptación de hecho de un fenómeno que podría no existir” (98). En otra cita, el Profesor Reiser sostiene (99): “Tendríamos que ser muy audaces para tratar de persuadir a una gran franja de la población mundial acerca de modificar sus dietas y amenazar a importantes ramas de la agricultura y emprendimientos agrícolas con los resultados de investigaciones basadas en el ensayo y error, sin controles y primitivas. Ciertamente, la ciencia moderna es capaz de mejores investigaciones cuando hay tanto en juego”. Paul Rosch es Presidente del American Institute of Stress, Profesor Clínico de Medicina y Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Nueva York, Vice-presidente Honorario de la International Stress Management Association y Presidente de su rama estadounidense. Es editor y subeditor de tres publicaciones médicas muy reconocidas, ha sido integrante de los comités de muchas otras publicaciones y ha sido Presidente de la Sociedad de Medicina Interna del Estado de Nueva York como Presidente de la International Foundation for Biopsychosocial Development and Human Health, y ha sido consultor experto sobre Estrés para el United States Center for Disease Control. Durante cuarenta y cinco años ha escrito sobre el papel del estrés en la salud y la enfermedad, con particular énfasis en las patología cardiovascular y el cáncer. Ha aparecido en gran cantidad de programas televisivos nacionales e internacionales como The Today Show, Good Morning America, 60 Minutes, Nova, y presentaciones en las cadenas CBS, NBC, PBS, BBC y CBC. Sus editoriales y comentarios han aparecido en las principales publicaciones médicas. Además, el Profesor Rosch ha sido entrevistado y citado en gran cantidad de los principales periódicos y revistas estadounidenses. Como autor del Boletín del American Institute of Stress, el Profesor Rosch ha publicado varios artículos sobre la hipótesis del colesterol y la idea de la cardio-dieta: “Se ha generado una cruzada masiva para ‘reducir el nivel del colesterol’ a través de un control estricto de las grasas en la dietas, acompañadas con un tratamiento farmacológico agresivo. Gran parte del impulso para esta campaña surge a partir de la especulación y no de la existencia de sólidas pruebas científicas”. El Profesor Rosch sostiene que el resultado es bien conocido: “El lavado de cerebro es tan importante, que la gente cree que cuanto más bajo sea el nivel de colesterol, seremos más sanos o viviremos por más tiempo. Y nada está más lejano de la verdad”. ¿Cómo es posible sostener estos argumentos año tras año? El profesor Rosch tiene varias explicaciones: “El cartel del colesterol de la compañías farmacéuticas, los fabricantes de alimentos con bajo contenido de lípidos, los sistemas para hacer análisis de sangre, y otra gran cantidad de grupos con intereses financieros han desarrollado una campaña promocional muy exitosa. Estos grupos tienen tanto poder que han podido infiltrarse en los organismos regulatorios y gubernamentales que normalmente nos protegen de estos dogmas sin fundamentos”. El Profesor Rosch además nos recuerda que los médicos en ejercicio de la profesión reciben la mayor parte de la información de las compañías farmacéuticas. Pero a diferencia de sus pares hace medio siglo, la mayoría de los médicos no disponen del tiempo ni poseen la capacidad para evaluar críticamente dichos informes, muy pocos saben algo acerca de la investigación, así como tampoco lo sabía la generación que los formó”. Ray Rosenman es Director retirado de Investigación Cardiovascular en el Programa de Ciencias de la Salud de SRI International en Menlo Park, California, y director asociado de medicina del Mt Zion Hospital and Medical Center en San Francisco. Se ha desempeñado como cardiólogo e investigador desde 1950. Ha publicado cuatro libros y muchos capítulos en libros y artículos científicos sobre patologías cardiovasculares. Su principal interés ha sido la influencia de factores neurogénicos y psicológicos sobre los lípidos en la sangre (100), pero también ha escrito revisiones críticas acerca de la idea de la cardio-dieta. Esta es la conclusión de su revisión más reciente: “Estos datos llevan a la conclusión de que ni la dieta, ni los lípidos séricos, o sus cambios, pueden explicar las amplias diferencias en las tasas nacionales y regionales de coronariopatía o los variables altibajos en la mortalidad por coronariopatía durante el siglo XX. Esta conclusión está basada en los resultados de muchos ensayos clínicos que no pueden aportar pruebas adecuadas acerca de que la disminución en los niveles de colesterol, especialmente a través de una dieta, esté asociada con una disminución significativa en la mortalidad por coronariopatía o con una mayor longevidad. Se ha mencionado mucho que los efectos preventivos de la dieta y los tratamientos medicamentosos han sido exagerados en los estudios, las revisiones y otros trabajos para magnificar los resultados a favor, al tiempo que se eliminaban los datos discordantes, muchos de cuyos ejemplos se citan” (101). Russell Smith es un psicólogo experimental estadounidense con sólidos conocimientos de fisiología, matemática e ingeniería. Ninguna revisión realizada por quienes están a favor de la cardio-dieta es remotamente comparable a la profundidad científica de los libros y trabajos de Smith (102). Las conclusiones de Smith son devastadoras para los que abogan por la idea cardio-dieta: “Si bien el público en general percibe la investigación médica como el orden más alto de la precisión, gran parte de la investigación epidemiológica es, de hecho, bastante imprecisa, y es comprensible ya que ha sido desarrollada por individuos sin educación formal y poco entrenamiento práctico en los métodos científicos. En consecuencia, los estudios con frecuencia no están bien diseñados y los datos son mal interpretados y analizados. Más aún, la parcialidad es tan común que parece ser la norma y no la excepción. Es virtualmente imposible no reconocer que muchos investigadores manipulan y/o interpretan los datos de modo tal que se adapten a las hipótesis preconcebidas, más que manipular las hipótesis para adaptarlas a los datos. Por lo tanto, gran parte de la literatura no es más que una afrenta a la disciplina de la ciencia”. El Dr. Smith concluye: “La actual campaña para convencer a cada estadounidense acerca de modificar su dieta, y en muchos casos, para que inicien un ‘tratamiento’ medicamentoso de por vida está basada en mentiras, interpretaciones erróneas y/o exageraciones groseras de los hallazgos, y fundamentalmente, en haber pasado por alto gran cantidad de datos que no aportan fundamento a esta postura. No es posible que científicos objetivos sin intereses creados puedan interpretar esta información como si tuviera sustento”. El Dr. Smith es conciente de que se enfrenta a instituciones sumamente poderosas: “El poder político y financiero de NHLBI y AHA es enorme y no tiene parangón. Y debido a que esta alianza es creíble a los ojos del público y de la mayoría de los médicos, se ha convertido en una fuerza irresistible, capaz de utilizar su poder y prestigio para eliminar una gran cantidad de pruebas que no avalan esta postura e incluso desafiar la herramienta más importante de los científicos: la lógica”. Por supuesto que Smith culpa en primer lugar a los científicos que han generado trabajos y revisiones engañosas, pero al mismo tiempo agrega: “Son igualmente culpables los editores que publican artículos sin tener en cuenta la calidad o importancia científica. Es desalentador saber que se malgastan miles de millones de dólares y sofisticados sistemas de investigación médica en la persecución de molinos de viento”. William E. Stehbens es profesor del Departamento de Patología de la Facultad de Medicina de Wellington y director del Instituto Malaghan de Investigación Médica de Wellington, Nueva Zelanda. Basado en sus propias investigaciones y en exhaustivas revisiones de la literatura ha demostrado eficientemente muchas de las falacias de la idea cardio-dieta. En una completa revisión de estudios experimentales concluyó: “Del examen de estas pruebas y de la consideración de los criterios específicos para la generación experimental de aterosclerosis, todo patólogo independiente y libre de ideas preconcebidas llegaría a la conclusión de que la aterosclerosis humana y las lesiones inducidas por el exceso de colesterol y grasas en la dieta no constituyen la misma enfermedad” (103). El Profesor Stehbens también ha señalado las debilidades de los estudios epidemiológicos que han utilizado las estadísticas de mortalidad como prueba de causalidad: “El uso continuado e incuestionado de datos no confiables ha llevado a conclusiones prematuras y al sacrificio de la verdad. El grado de imprecisión de estadísticas vitales sobre la coronariopatía es de una magnitud tal que, cuando se las superpone con otras falencias que ya han sido mencionadas, no puede considerarse probado el concepto de un aumento o disminución epidemiológico de enfermedad coronaria en muchos países, y las políticas sanitarias o gubernamentales basadas en datos no confiables no tienen defensa” (104). De acuerdo con el Profesor Stehbens, la aterosclerosis se produce por el desgaste de las arterias y no por el exceso de colesterol en la sangre, y tiene muy buenos argumentos para sostener esta postura. El siguiente párrafo de su artículo publicado en 1988 (105) resume el punto de vista de Stehbens acerca de la idea cardio-dieta: “Perpetuar el mito del colesterol y las supuestas medidas de prevención están dañando la industria lechera y cárnica de muchos países, además del potencial daño a los niveles óptimos de nutrición y a la salud de la población en general. Es esencial ajustarse a la lógica y a los hechos científicos estrictos. Se carecen de pruebas científicas serias acerca del papel de las grasas en la dieta y de la hipercolesterolemia como causantes de la aterosclerosis. El respeto y la perdurabilidad de la hipótesis de los lípidos son inmerecidos. Los lectores deberían estar al tanto de la naturaleza no científica de las afirmaciones utilizadas para apoyar esta hipótesis y considerarla como algo más que un novillo vagabundo pernicioso”. Otros trabajos críticos del Profesor Stehbens Lars Werkö; ahora retirado, era profesor de medicina en el Hospital Sahlgren, Gothenburg, Suecia, cuando fue nombrado director científico de la Astra Company. Más tarde se convirtió en el director del Consejo Sueco para la Evaluación Tecnológica en la Salud, un organismo gubernamental. El Profesor Werkö se ha opuesto a la idea cardio-dieta por muchos años. En 1976 criticó el diseño de de grandes estudios epidemiológicos dirigidos a la prevención de las enfermedades coronarias, principalmente el del estudio Framingham. De acuerdo con el Profesor Werkö (107) el dogma está basado en “hechos” cuestionables basados en esperanzas, deseos y estudios que utilizan materiales seleccionados: “Ningún estudio ha probado nada, pero en lugar de formular nuevas hipótesis, quienes apoyan la idea cardio-dieta denominan a la hipótesis actual como la verdad más probable, y han intervenido en las vidas de las personas porque no están dispuestos a esperar a la prueba final”. Otros trabajos críticos del Professor Werkö These were some of the most important criticists, but there are many more. Go to THINCS, The International Network of Cholesterol Skeptics
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